domingo, 24 de agosto de 2008

las femme fatale del arte contemporáneo

martes 5 de junio de 2007
Marina Abramovic (Belgrado, 1946)
“Estoy interesada en un arte que perturbe y rompa ese momento de peligro; por eso, el público tiene que estar mirando aquí y ahora. Deja que el peligro te concentre; esta es la idea, que te concentres en el ahora.”
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Hija de guerrilleros yugoslavos, Marina Abramovic es una artista de largo recorrido lo que la ha convertido en uno de los performers más veteranos y poderosos del panorama artístico contemporáneo con base en su propio cuerpo y su propia mente, además de la relación con los espectadores a los que, en ocasiones, convierte en actores necesarios para el correcto desarrollo de la performance.
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Su trabajo ha ido evolucionando con el paso del tiempo, desde unos primeros trabajos en los que buscaba fundamentalmente rebelarse contra una educación que sentía como una losa que le impedía desarrollarse como persona, inmersa en el triste ambiente cultural de la Yugoslavia de Tito, hasta llegar a unas propuestas en las que explora el aspecto espiritual del sexo como hace en la serie Balkan Erotic Epic (Épica Erótica Balcánica).

Lo que no ha perdido por el camino es la simbiosis que siempre busca entre el arte y la vida, uniendo sus propias experiencias vitales con el mundo de la creación entrando de lleno en el mundo del body art (arte corporal o del cuerpo) para llegar hasta los límites más extremos, tanto desde el punto de vista psíquico como mental, hasta llegar incluso a poner su vida en peligro.

A pesar de lo que pudiera parecer en un primer golpe de vista, el trabajo de Marina huye del sensacionalismo; es un trabajo de un profundo trasfondo filosófico donde el miedo, la incomunicación o la soledad, algo aparentemente (pero sólo en apariencia) contradictorio con la necesaria presencia del público, que llega a ser una parte activa con la que la artista dialoga y obliga a enfrentarse a las mismas sensaciones que Marina experimenta en muchos de sus trabajos.

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Algún crítico ha definido las performances de Abramovic como “una verdadera radiografía de una sensibilidad intensa y emocional a la búsqueda de una profunda espiritualidad que le confiera el equilibrio vital y un estado de conciencia superior.”

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En un buceo introspectivo carente de prejuicios o de complejos, encuentra Marina Abramovic el material fundamental que luego se fundirá con referencias multiculturales fruto de sus contactos con la cultura tibetana, con tribus africanas o de sus estancias en los desiertos del Sahara o del Gobi.

Fundamental en el desarrollo de su trabajo fue la relación tanto personal como artística con el artista alemán Ulay, que se extenderá entre 1975 y 1988, relación que se cerrará con la performance titulada Lovers (Los amantes) que fue la que puso fin a la relación entre ambos. Para ello recorrieron 2.000 kilómetros a lo largo de la Gran Muralla China en 90 días para llegar, partiendo cada uno desde un extremo distinto, a la población china de Er Lang Shan un 27 de junio de 1988. Caminaron hasta encontrarse e inmediatamente volver a separarse ya para siempre. “Esta puesta en escena de una geometría del amor hizo que la dolorosa separación de sus biografías individuales pareciera el inevitable resultado de las leyes de la vida”, ha escrito Petra Löffler.


Uno de sus trabajos más recientes es Balkan Erotic Epic, una serie en la que se incluyen diferentes obras grabadas en video o con soporte fotográfico, en la que indaga en torno a la relación entre el sexo y la muerte. Para ello investigó en torno a los antiguos rituales paganos, que todavía hoy perviven en la cristiana Serbia, y que se utilizan con el fin de “propiciar la fertilidad de la tierra, para pedir lluvias, para la sanación... La energía sexual era transformada para el contacto con las energías invisibles.”, tal y como ella misma explicó en una entrevista en el periódico El País.

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Sus obras tienen mucho de ritual, de trascendencia más allá del miedo al dolor físico, de lograr un estado mental y físico que le permita entrar en una dimensión en la que esas limitaciones ya no proyecten ninguna sombra sobre su mente ni sobre su vida. La vida.

Videos de sus performances se pueden encontrar en Youtube. No son aptos para todos los públicos.







MARINA NUÑEZ pOR JOSE JIMENEZ SACADA DEL APARTADO DEL MUNDO DEDICADO A ARTISTAS DEL SIGLO XXI

¿Quién soy yo? La pregunta, persistente, insidiosa, se desliza como una de las interrogaciones más intensas en los espacios de incertidumbre de nuestra cultura. ¿Quién soy yo? Me pregunto. Nos preguntamos, tras el final de la era de las certezas, en la que el varón europeo blanco se veía a sí mismo como la cima de la civilización
Inteligencia y compromiso, en lugar de superficialidad y cinismo. Sin pretender reasumir la propuesta de una transformación global de la sociedad a través del arte, característica de la vanguardia clásica, Marina Núñez se sitúa en una línea de "transformación de lo simbólico", de lucha "en el terreno de la representación". Que puede, nos dice, "no ser una transformación política en sí misma, pero evidentemente está implicada en transformaciones políticas".

Desde que hacia 1992 empezó a introducirse en los terrenos simbólicos e imaginarios de la exclusión, Marina
Núñez ha sabido crear un lenguaje de una gran potencia plástica, uno de los más personales y característicos en
nuestro arte actual, en el que resuenan la duda y la ironía: ¿estamos seguros de lo que excluimos y de por qué lo excluimos? Imágenes densas, desdobladas, que en su fluir han ido articulándose en series: Locura, Muerte, Monstruas, Medusas o, la última, Ciencia-ficción.

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La figura de la mujer ocupa un espacio central en ese mapa de exclusiones, una forma de resaltar en la imagen el lugar relegado que tradicionalmente se le ha asignado en la historia de nuestra cultura. Pero lo decisivo es el desdoblamiento. Las locas que retornan desde el drama de la histeria se duplican en un espejo flotante, sin marco ni perfil. Objetos colgantes sobre figuras, cráneos superpuestos en cabezas, incisiones en la carne, un cuerpo dentro de otro. La cara que nos mira fijamente desde el fondo del cerebro del cyborg.AQUI SE PUEDE ENGANCHAR CON EL APARTADO ANTERIOR
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Marina Núñez nos muestra aquello que habitualmente no sabemos ver, pero que sin embargo nos configura como verdaderamente somos. Porque, evidentemente, la proyección del otro negado brota de nosotros mismos. El monstruo germina en nuestra mente, Frankenstein es nuestra criatura. Algo que el movimiento romántico constituyó en uno de sus temas centrales: no hay yo sin su doble.
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Lo más interesante es el giro poético, el tono personal. A pesar de sus anomalías, las figuras de excluidas y excluidos de Marina presentan siempre una claridad, una pureza de líneas, una belleza quizás inquietante pero serena, nunca convulsa o desgarrada. Se trata, en realidad, de mostrar cómo la exclusión se sustenta sobre todo en la ignorancia. Pero también en el deseo reprimido.

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MONA HATOUM
Mona Hatoum nació en 1952 en Beirut, de padres palestinos, pero creció en Londres por esas cosas del azar: estando de vacaciones en la isla, estalló la guerra civil en el Líbano y Hatoum se vio obligada a quedarse allí por tiempo indeterminado. Nunca más regresó a su casa. La distancia y la idea de estar en el camino marcarían para siempre su trabajo. Entonces, Hatoum centrifugó la experiencia del desplazamiento y el exilio más la sensación de vulnerabilidad ante las estructuras de poder para crear una obra que oscila entre el deseo y la repulsión, el miedo y la fascinación.

“Crecí rodeada por la guerra y mi identidad fue conformándose por fragmentos, piedritas que fui recogiendo acá y allá”, explicó Hatoum. Uno de esos fragmentos tiene que ver con la destrucción de la idea del hogar como un lugar seguro, apacible y estable. Las cosas que un minuto antes nos resultaban familiares, en Hatoum se vuelven amenazantes. En Sous tension, una tabla de madera exhibe varios utensilios de cocina conectados por medio de una enmarañada red de cables que los ilumina. A su vez, la instalación está separada del espectador por un alambrado eléctrico. En la soledad de la sala se escucha el zumbido de la electricidad circulando por el ambiente. Es una imagen de cuento de hadas, las cucharas, cacerolas y sartenes parecen luciérnagas en un jardín nocturno y a la vez, si lográramos tocarlas, nos darían una descarga mortal. Es una obra que hace del hogar, una prisión; de la cocina, núcleo de la felicidad familiar, un infierno de neurosis. “Y sin embargo –dice Hatoum–, el arte no debería predicar. Intento hacer objetos lo suficientemente ambiguos y abiertos para que hoy sean esto y mañana otra cosa.”

La inestabilidad de Hatoum arrasa con todo lo que dábamos por seguro: unas muletas chorrean como chocolate derretido; un mapa de Jerusalén aparece perfectamente dibujado en el suelo de la sala, pero cuando uno pisa el parquet, el diseño de desarma, descomponiéndose en mil bolitas que corren por el piso volviendo al territorio, no sólo caótico sino, también, peligrosamente resbaladizo; en una habitación, una bombita de luz se bambolea del techo lentamente, haciendo que las sombras nos mareen hasta paralizarnos. Como explica ella: “Una obra de arte primero se siente físicamente; las asociaciones, ideas y conceptos vienen después de ese choque inicial”.
Pero probablemente haya sido el crítico literario y defensor de la causa palestina, Edward Said, quien mejor definió el trabajo de la artista: “Mona Hatoum ve el mundo entero como una tierra extranjera. El exiliado sabe que en un mundo secular y contingente, los hogares son siempre provisionales. Las fronteras y las barreras que nos encierran en la seguridad de un territorio que nos es familiar, pueden, en un abrir y cerrar de ojos, convertirse en nuestra peor pesadilla. Lúcidamente en Hatoum, la idea del hogar como un paraíso mítico ha sido barrida literalmente del mapa”.




Aunque palestina, nace en Beirut, ciudad a la que tuvieron que emigrar sus padres en 1948 abandonando Haifa y a la que, posteriormente, ella misma no puede regresar cuando, de viaje en Londres, estalla en 1975 la guerra civil libanesa. Tras unos primeros años en la Byam Shaw School of Art, pasa a la Slade School of Art, también en Londres, donde estudia con Stuart Brisley, una de sus primeras influencias, a comienzos de los años 80, cuando empieza a realizar performances y vídeo.

Tras un primer tiempo de experimentación formal en el que establece la que sería una relación duradera con el Minimalismo, su paso por la Slade la politiza llevándola a un terreno más conceptual en el que primaría su preocupación por el funcionamiento de las estructuras de poder.

Es en este contexto en el que lleva a cabo la mayoría de sus performances cargadas a menudo de un denso contenido político. En un segundo momento, pero también dentro de esta primera etapa en la que su trabajo aparece marcado por acciones temporales, tiene lugar la elaboración de vídeos, entre los que nos encontramos con obras tan significativas como Measures of Distance (1988), que trata temas como la representación de estereotipos femeninos o las relaciones materno-filiales, dentro, eso sí, de un encuadre marcado por el sentimiento de pérdida y desorientación que trae consigo el exilio y la comunicación en el desplazamiento.

Su trabajo en los años 90 ha evolucionado hacia obras menos narrativas que permiten, por tanto, un mayor nivel asociativo. A través de las esculturas y las instalaciones, Hatoum realiza obras que parecen hacer referencia al Minimalismo, aunque tan sólo desde un punto de vista puramente formal y de utilización de materiales. En ellas hay una continua negociación con el cuerpo del espectador, al que implica física y emocionalmente en un espacio del que paradójicamente el cuerpo humano permanece ausente y que él/ella con su presencia está llamado a sustituir. Sus instalaciones nos trasladan, a menudo, a un espacio de fantasía en el que, como sucede en Corps étranger (1994), nos enfrentamos al poder metafórico del cuerpo en general a través de conceptos como lo público y lo privado en la imagen del cuerpo femenino.

En los últimos años, la ambivalencia simbólica que otorga a los objetos cotidianos ha ido tomando cada vez más peso en sus instalaciones. Todo aquello que en teoría nos resultaba conocido y acogedor, se metamorfosea en algo remoto y, a menudo, espeluznante. El "hogar", en las obras de Hatoum, ya no puede proporcionarnos esa sensación de sosiego y refugio con el que antes lo asociábamos. Las alteraciones introducidas por la artista rompen constantemente esas expectativas. Ya sólo nos queda un espacio inquietante en el que pensar una nueva definición de "hogar".



CHRISTINE BORLAND

Chistine Borland. De ésta, oriunda de Glasgow, aprecié los vínculos que quiere establecer entre el arte y la ciencia médica. Vínculo que establece desde una postura ética, mostrándonos las repercusiones de los fenómenos médicos. Esto supone adentrarse en la forma de entender el cuerpo humano como manifestación social o representación humana. La obra que me sorprendió se titula After a true Story- Giant an Fairy Tales (1997) . En ésta, como se puede ver en la imagen, se muestra la silueta, hecha en polvo, del esqueleto de un gigante. Sobre esta silueta se proyecta una luz que dibuja la sombra del esqueleto sobre la pared. El planteamiento de la obra se hace más interesante por el hecho de que junto a la silueta del gigante se presenta la página de un libro de anatomía en la cual se cuenta la historia del gigante al cual corresponde el esqueleto dilucidado. La presentación de la historia se hace sin la intención puramente médica, lo cual nos extraña, se hace resaltando lo extrambótico del caso médico así como el hecho de que el gigante, apodado “The Irish Giant”, fuera un espectáculo de una feria ambulante.

La incluisión de esta historia en la obra de arte nos da a entender dos cosas. En primer lugar, la artista es conceptual: lo que en su obra destaca es la idea y la historia más allá de la propia ejecución de la obra. La obra es tenue: una silueta en polvo y en sombra; sin embargo está cargada de significado. Siendo éste el segundo elemento a entender, en mi opinión. La obra se establece como una reflexión que vincula la causistica médica con el espectáculo. Lo grotesco del tamaño del individuo, Charles Byrne, a causa de una enfermedad, gigantismo, se convierte en una representación lúdica para el espectador. La obra de Borland hace lo mismo pero mostrándonos el anverso de la historia. La sombra que proyecta la silueta de polvo es la misma que en su día proyectaría la figura del gigante siendo también un espectáculo pero, esta vez, comentado por la propia historia personal del individuo, algo que en su día no encontrarían los espectadores. La historia del individuo está cargada de dramatismo, se destaca su alcoholismo, lo cual nos muestra el lado personal, más allá de la mera figura de 2 metros con 49 centímetros.
The velocity of Dreps (2004). Ésta es también una fotografía. En ella contrasta el color rojo de una sandía reventada con el verdoso marrón del suelo. El contraste es fuerte dándole tensión a la fotografía. Es esta la intención de la autora la cual se aprecia aún más si atendemos a su explicación. La sandía se utilizan en medicina forense porque openen la misma resistencia a la caída que el craneo humano. Por tanto de simples sandía pasamos a la escena tal vez de un asesinato, de un suicidio o un accidente. La obra se tensa aún más desde su significado. El arte de Christine Borland abraza pensamiento científico y de investigación para explorar la todavía frágil naturaleza resistente de la vida humana.. Los métodos y materiales Christine Borland elige para su arte (como la araña de dragalina de filamentos, china de hueso, bronce y vidrio) contrastan con la gravedad de las cuestiones que aborda: la genética, la identidad individual, la ética médica y la mortalidad. Christine Borland inmersión en el ámbito de la ciencia nos permite ver las cuestiones controvertidas y avances significativos en singular y formas inesperadAS En el núcleo de la práctica de Borland es una fuerte curiosidad por los supuestos subyacentes que guían la investigación científica y siguen inexploradas.. Durante la última década ha colaborado con osteologists para analizar los huesos, los expertos en reconstrucción facial para reconstruir rostros en las calaveras, los genetistas para estudiar las pruebas prenatales y bioquímicos para explorar la estructura celular.

"El corazón de lo que estoy tratando de discutir es muy oscuro, muy fuerte y apasionada, y si se puede llegar bastante que a través de un proceso racional, creo que se vuelve más poderoso, y, sobre todo, más personal para el espectador".



NAIZA H KHAN


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Naiza H. Khan, artista pakistaní que dentro de un mes presenta su primera exposición europea en solitario, The Skin She Wears. Proyecto que comenzó hace una década como una estrategia de exploración del contenido emocional de la anatomía femenina a través de sus atavíos: algunos anacrónicos, como los cinturones de castidad, otros, como el corsé, no tanto; siempre algún cliché, lencería; apropiaciones de género, la armadura medieval de Juana de Arco; diseños asexuales, camisas de fuerza…





En los dos últimos años muchos de sus dibujos se han metalizado en faldas-armadura, cuerpo y ropa al mismo tiempo. Símbolos, para Naiza, de seducción y opresión. Prendas que ocupan un espacio ambiguo entre el amor y la guerra. Según la propia artista, esta obra es una respuesta armada, pero discreta, a la agresividad con la que muchas compatriotas defienden vestimentas asociadas a creencias religiosas. ¿El hábito de monja? No, el hijad. De hecho, su reciente instalación en ArtDubai 2008, The Crossing, causó un cierto revuelo. Con esta obra (un barco de madera, armaduras galvanizadas, telas y cuero), Naiza daba a entender como en su país, de alguna forma, aún se vive en la edad media. Ahora, lo hace con esta exposición, un pequeño ejército de 15 armaduras (esculturas en acero, dibujos y acrílicos). Las obras, disponibles en ediciones de tres, oscilan entre 1.000 y 10.000 libras esterlinas (haz tú mismo el cambio); pero, siempre te quedará el catálogo. La expo es en Londres, en la Rossi & Rossi.


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jueves 21 de junio de 2007
Nacida en 1982, natural de San Francisco y graduada con distinciones en la Universidad de Arte de la misma ciudad, la capacidad artística de Sylvia Ji parece pertenecer a otro tiempo. Su trabajo encapsula una belleza fascinante que compite con su técnica.
Algunas de sus pinturas son reflexiones simbólicas de sí misma, retratos de gente que conoce o caras anónimas, sin nombre, encuadradas en paisajes de efímera belleza, donde la provocación sexual se mezcla con la consternación.





Sacado de la siguiente web http://paraisohibrido.wordpress.com/2007/11/06/silvia-ji/

Bello y provocativo, asi son las obras de Silvia Ji.

Chica asiatica, nacida en el decadente San Francisco … ayudandose de su medio entorno como inspiracion, expresando todo lo que ve por medio de un pincel y pintura … plasmando como la realidad se amolda a su imagnacion.

Una mezcla de culturas, tomando en cuenta la Mexicana; con temas sociales fusionados con un erotismo provocativo.

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STREET QUEEN ( INFO SACADA DE LA WEB UNO DE LOS NUESTROS)
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se da a conocer en deviantArt como streetQueen´s y firma como uu. Ella es una fotógrafa de Turquía y me ha fascinado su trabajo. Sus imágenes son una curiosa mezcla de fotografía casera de estilo surrealista. Desenfoques y superposiciones y todo un elenco de efectos nos deja la sensación de estar contemplando viejas estampas de algún álbum familiar olvidado en un viejo baúl.

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Sin embargo tienen un potencial tremendo y muy original que te atrapa al primer vistazo. Es el tipo de fotografía que me gustaría hacer, que destila sentimientos, que resulta efectista sin necesidad de provocar, y que provoca un sinfín de sensaciones tanto en la forma como en el contenido. Ella trabaja sobre todo el blanco y negro, al cual arranca verdaderos destellos de genialidad, pero también en el color nos sorprende gratamente, alejada de tópicos, de efectos gratuitos. Tiene una estructura casi barroca y con cierto aire decadente, pero hay una gran humanidad en esas imágenes. Es la fotografía de andar por casa, lo cotidiano hecho arte. Todo un ejemplo de lo que puede dar de si un ojo tras una cámara. También la encontramos en Flickr como umayumay phostream


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SILVIA JI
Nacida en 1982, natural de San Francisco y graduada con distinciones en la Universidad de Arte de la misma ciudad, la capacidad artística de Sylvia Ji parece pertenecer a otro tiempo. Su trabajo encapsula una belleza fascinante que compite con su técnica.
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Algunas de sus pinturas son reflexiones simbólicas de sí misma, retratos de gente que conoce o caras anónimas, sin nombre, encuadradas en paisajes de efímera belleza, donde la provocación sexual se mezcla con la consternación.

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Sacado de la siguiente web http://paraisohibrido.wordpress.com/2007/11/06/silvia-ji/

Bello y provocativo, así son las obras de Silvia Ji.
lo que ve por medio de un pincel y pintura … plasmando como la realidad se amolda a su imaginación.

Una mezcla de culturas, tomando en cuenta la Mexicana; con temas sociales fusionados con un erotismo provocativo.

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